Desde el día 24 de mayo de este año 2009 nos encontramos en Asís, venidos de todas las partes del mundo, cerca de doscientos frailes, Hermanos Menores, hijos de San Francisco de Asís, que nos hemos reunido para celebrar nuestro Capítulo general, en el que, después de evaluar nuestra vida y misión en todo el orbe, hemos de elegir un nuevo gobierno para nuestra Orden.
Digo encuentro, pues nuestra presencia aquí no tiene otra motivación que aquella que tuvieron los primeros compañeros de Francisco cuando, después de haber sido enviados a predicar entre las gentes de diversos pueblos y regiones, ardían en deseos de volver a encontrarse para poner en común todo aquello que el buen Dios había repartido en bondad a través de sus humildes servidores. Y cuando este encuentro se producía, el tiempo y la vida toda se convertía en una sencilla y alegre alabanza al Creador. ¡Qué gozada este encuentro con tantos hermanos!
Digo venidos, de todas las partes del mundo. Viene quien antes ha sido enviado. Y nosotros hemos sido enviados al cumplimiento de una misión, la de ser anunciadores y portadores de la buena noticia del Evangelio. Más aún, hemos sido hechos misión, porque nuestra vida, expresada en la profesión de nuestra Regla, consiste en vivir el santo Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. La profesión de una misma Regla nos convierte en hermanos, el compromiso de vivir el Evangelio nos sitúa entre los menores de este mundo, y ambas cosas a la vez se traducen en una forma de vida que tiene por claustro la hermana madre tierra y por compañeros de camino todas sus criaturas.
Digo venidos para celebrar, evaluar y elegir. Nuestro encuentro es una celebración, una interminable acción de gracias a Dios, que nos ha convocado en este lugar, Santa María de los Ángeles -donde maduró la vocación de Francisco- y que expresamos a lo largo del día en diversos momentos litúrgicos sacros y en la también liturgia de nuestra convivencia y trabajo. Éste, con la luz de aquella, nos va introduciendo, según avanzan los días, en el meollo de nuestro modo de vida actual, para escudriñarlo y discernir si es conforme al Evangelio que prometimos.
Nuestro Capítulo general se celebra, por deseo de nuestro Padre san Francisco, en el tiempo de Pentecostés. Nuestra experiencia nos recuerda también aquel acontecimiento, pues son muchas las lenguas que se hablan entre nosotros y, aún así, el Espíritu nos hace entendernos. Con esta presencia del Espíritu nos disponemos a elegir a un hermano como Ministro general, es decir, como el primero que ha de estar en actitud de disponibilidad y servicio para conducir a la Orden por donde sople el Espíritu, que es nuestro verdadero Ministro.
Asís, 29 de mayo de 2009
Fr. Saturnino Vidal, ofm
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