jueves, 27 de octubre de 2011

"Peregrinos de la Paz". XXV Aniversario Espíritu de Asís


Con motivo de la celebración del XXV aniversario del “Espíritu de Asís” que Su Santidad Benedicto XVI celebra hoy 27 de octubre en la ciudad italiana recordando el primer gran encuentro realizado por el Beato Juan Pablo II, los Ministros Generales de las Ordenes Franciscanas han publicado una carta, recordando e invitando a la celebración de tan magno acontecimiento.
Lo primero que se nos recuerda es que nos encontramos ante un acontecimiento que va más allá del franciscano, es sobre todo una celebración de la Iglesia Universal que elige la ciudad de Asís “por el especial significado del hombre santo que se venera en este lugar (San Francisco) conocido y reverenciado por tantos en todo el mundo como un símbolo de paz, reconciliación y hermandad”, con estas palabras en su discurso inicial del encuentro Juan Pablo II inauguraba el encuentro. Y el día 1 de enero de este año Benedicto XVI anunciaba su deseo de “renovar solemnemente el compromiso de los creyentes de todas las religiones a vivir su propia fe religiosa como un servicio a la causa de la paz”.
En definitiva la Iglesia entera debe recordar su gran misión de ser portadora de la paz en un mundo tan disperso y lleno de conflictos como es el actual en el que nos encontramos, y nosotros como franciscanos nos sentimos en la obligación de empeñar nuestras vidas en esta tarea de la paz. No por nada el tema de la celebración de este año es Peregrinos de la paz, nos encontramos en el camino y no podemos permanecer quietos debemos caminar y en nuestro avanzar ser constructores de paz como lo fue nuestro Padre San Francisco.
Pero no debemos olvidar que para ser caminantes como San Francisco, él pasó gran parte de su vida en comunión con Dios y dicha comunión sólo se alcanza desde la oración. La celebración del “Espíritu de Asís” debe recordarnos en primer lugar que el elemento esencial en la búsqueda de la verdad es la oración insistente.
Únicamente aquel que ora es capaz de darse cuenta que quién busca la paz no se puede conformar con generalidades sino que debe esforzarse en encontrar formas concretas y efectivas para construir la paz. Por ello, la carta de los Ministros generales nos recuerda que lo primero que se nos pide a los franciscanos es ser testigos de esa paz, para lo cual debemos buscar que nuestras comunidades sean lugares de paz donde se trabaje en limar las posibles asperezas que surjan para eliminar los obstáculos y alcanzar un buen grado de armonía.
Desde el trabajo serio en nuestras comunidades debemos afrontar los problemas de nuestro tiempo, la crisis económica ha dejado al aire una gran crisis de valores que ha hecho que problema sea mucho más grave que una mera situación económica, debemos más que nunca leer los signos de los tiempos y desde el franciscanismo, en todas sus ramas, buscar el lugar para que nuestra presencia sea significativa en nuestra sociedad, favoreciendo el encuentro con Dios y con los hombres y entre los hombres y mujeres de nuestro tiempo entre sí, de tal manera que nos esforcemos en alcanzar espacios de diálogo que eviten el relativismo y ayuden al encuentro del hombre con Dios.
En definitiva los Ministros nos invitan a celebrar este importante acontecimiento, continuando con las celebraciones que se han venido celebrando a lo largo de estos veinticinco años dándole si cabe una mayor importancia y para aquellos que puedan se hagan presentes el 27 de octubre en Asís. Para las celebraciones locales se ha creado una página web (http://spiritodiassisi.worpress.com) con  materiales que se pueden utilizar en la celebración, están en varios idiomas y son una invitación para unirse en la oración y promover nuestra presencia franciscana en medio de la sociedad. “Que nosotros, como Francisco y Clara, seamos consumidos por el amor a Jesús, por la humanidad y por nuestra hermana, La Madre Tierra”.

viernes, 21 de octubre de 2011

¿Donde esta la Iglesia en el proceso de paz?


Vaya semana que llevamos con ETA y sus acólitos, primero con una reunión de personas ajenas a la realidad española que vienen a hacerse una foto y a decir que buena es la paz, como si eso no lo supiésemos sin necesidad que nos lo digan. Y ayer segundo paso de esta obra de teatro de tercera a la que nos invitan a la sociedad española, con la declaración de los asesinos de ETA, que nadie se olvide que son delincuentes, que no son luchadores por la libertad.
Pero en todo este teatro se han olvidado de invitar a la Iglesia que hasta ahora siempre aparecía en todas estas fotos y declaraciones, quizás porque algo ha cambiado en la Iglesia vasca. Indudablemente que la Iglesia de las tres provincias de vascongadas y Navarra ha cambiado, lejos quedan las medias declaraciones y el considerar como  víctimas a todos, se sigue trabajando por la paz pero algo más al lado del que sufre que de aquel que causa el sufrimiento, pero todavía falta un largo camino.
No cabe duda que esta posición de claridad, no es tan nítida, y esa “mediocridad” es la que hace que en este proceso de paz se hayan olvidado de invitar a la Iglesia, si como institución no representa nada ni a nadie no cabe duda que no puede aparecer como elemento representativo para la búsqueda de la solución de paz y convivencia tranquila y armoniosa entre el pueblo y en la sociedad rota por el terror y en la que mucha gente ha tenido que abandonar sus casas o llorar a sus muertos.
La Iglesia se equivocó al estar al lado de ETA como solución para buscar la democracia, pero mayor fue su error cuando no supo aprovechar su posición de privilegio para haber zanjado el problema del terrorismo cuando ella podía y tenía la fuerza y autoridad moral para conseguirlo. El pueblo vasco tiene entre sus grandes cosas que es un pueblo que obedece y que siente su pertenencia a la Iglesia, al menos así era, pero muchos años de presencia eclesial equivocada han conducido  a la situación actual en el que la Iglesia no representa nada y ha sido dejada a un lado en todo este proceso de reconciliación.
Esperemos, que este tiempo de cambio sea un momento de renacimiento para la sociedad e Iglesia vasca y española y de un modo especial que estos cambios afecten a la Iglesia vasca para bien y le hagan recuperar el sitio que siempre tuvo en medio de aquella sociedad.