jueves, 10 de mayo de 2012

Assabiyá

Recién inaugurada la Pascua de Resurrección, los hermanos franciscanos de España y Portugal nos hemos reunido a celebrar lo que llamamos “El Capítulo de las Esteras”, en recuerdo a aquella primera gran reunión de hermanos que se tuvo en Asís en torno a Nuestro Seráfico Padre.


Al igual que en aquella ocasión los hermanos llegamos con la ilusión del encuentro con otros muchos hermanos que, posiblemente, no hemos visto nunca, pero que al igual que nosotros comparten una ilusión, la de ser franciscanos, vivir el Evangelio en nuestra Iglesia y en medio de las gentes, sirviéndoles y acercándoles cada día el rostro de un Dios Padre que les ama.

En este encuentro se han descubierto dos grandes necesidades la primera la necesidad de revitalizar las presencias franciscanas en medio del pueblo, se necesita dar vida a esas presencias, hacerlas más fieles al carisma franciscano, pero no sólo en los ambientes necesitados, pobres, materialmente hablando, sino en todos los ambientes pobres, materiales y espirituales. El franciscano debe estar presente, para ello se necesitan presencias activas tanto en el mundo obrero como en el universitario.

La segunda necesidad una presencia orante, orar con las gentes, vivir en unas fraternidades que sean lugar de vida compartida, con sus disgustos pero también con sus alegrías y todo ello compartirlo con quién se acerque a nosotros.

El franciscano no se tiene que reinventar, solo tiene que ser franciscano, inventado ya está todo, nos toca darle un sentido, un color nuevo a la vida. En estos días fue importante escuchar al Fr. Giacomo Bini y al Ministro General Fr. José Rodríguez insistir en la necesidad de ser franciscanos, es la mayor y mejor invitación vocacional que podemos hacer a los jóvenes, cuanto más claros y honestos seamos más se fijarán en nosotros.

No cabe duda que el franciscanismo en España se encuentra en una situación de restructuración, debido, entre otros elementos, a la falta de vocaciones y a la falta de fidelidad de muchos hermanos, pero de este Capítulo se saca la conclusión que los hermanos que vamos a vivir este nuevo amanecer estamos ilusionados, sabemos que no va a ser fácil, pero las ganas de trabajar, de dejarse el alma por entregarnos a Cristo desde nuestro ser franciscano no nos va a faltar, y da igual tener 80 o 25 años, unos y otros caminaremos juntos y nunca solos.

No cabe duda que han sido unos días muy buenos, pero la vida continúa y tras la experiencia de estar juntos, se sigue el sentirnos alegres y solidarios en la Iglesia y con la fidelidad al carisma de San Francisco de Asís.