sábado, 26 de abril de 2014

Juan XXIII, un hombre de Dios


Mañana 27 de abril van a ser canonizados Juan XXIII y Juan Pablo II, como bien decía Navarro Vals en días pasados no se les hace santos, santos ya eran, lo que se hace es declarar su santidad.

Santidad que en Juan XXIII se ve reflejada en la sencillez de una vida entregada al servicio de la Iglesia, como si pasase por allí y no fuese con él. Humildad con la que le ha llegado esta declaración de su santidad. En estas horas previas a su canonización he leído y releído el llamado “Discurso a la luna”, en el que de un modo sencillo, como fue toda su vida de entrega a la Iglesia, nos recuerda en aquellos hombre y mujeres que llenaban la Plaza de San Pedro aquella noche de un 11 de octubre de 1962, sí sabemos lo que somos, si nos acordamos que somos cristianos.

Nos señalaba, con el cariño y ternura de un padre, que somos llamados a difundir la verdad y la paz cristianas, somos cristianos, esta es nuestra tarea, “id y anunciad el Evangelio” desde la humildad de quién sabe que está acompañado por Cristo.

Recordar que este anuncio debemos hacerlo recordando que somos hermanos y por tanto, miembros de una misma familia, cada uno con una misión, pero todos caminado en una misma dirección, iluminados por la luz de Cristo y queriendo ser fieles a Él que ha hecho tanto por nosotros.

Amemos y sintamos cerca a la Virgen nuestra Madre que nos muestra a su hijo, con la alegría de las familias cristianas, sed cristianos alegres gozosos de vuestros hijos, padres, amaos unos a otros, perdonaos, no seáis insensibles a las necesidades de los demás, caminar juntos, y que las dificultades del camino sean un motivo para esforzarnos juntos y superar las dificultades unidos.

Nos invitaba Juan XXIII en aquella noche a vivir la Fe, esperanza, caridad, amor de Dios, amor de hermanos, y desde esa plenitud de Amor ser capaces de llevar nuestra vida a ser constructores de paz y de bien, que las obras del bien inunden nuestras vidas cristianas.

Que nuestras palabras estén repletas de ternura, acojamos, abracemos, demos una caricia al hermano que llora pero siempre mostrando a Cristo que nos escucha y ayuda a continuar en nuestro camino.

Estas palabras solo nacen de un corazón lleno de Dios, de un terciario franciscano que escuchó a san Francisco de Asís y lo hizo vida. No, no se le hace santo, se declara una santidad vivida y entregada a Dios en el servicio de los hombres y mujeres de su tiempo.

sábado, 19 de abril de 2014

Feliz Pascua de Resurrección


Estimados amigos, con la ilusión del Resucitado quería felicitaros la Pascua de Resurrección. Quería encontrar algo nuevo que me ayudase a hablaros de lo que siento en la Resurrección y fue cuando una amiga me enseñó esta foto de sus hermanas y en ese momento al verla pensé: “aquí está la Resurrección”.

Sólo resucitamos si lo hacemos en familia, unidos los unos a los otros, sintiendo que, únicamente, desde y en la Iglesia es cómo podemos recibir el gozo de aquel que sufrió hasta el extremo por nosotros pero que resucitando nos llena de vida y sobre todo de esperanza.

Si me permitís, fijaros en la foto, la hermana mayor con cariño le da la mano a la pequeña y la guía, es la Iglesia que llena de confianza y esperanza a los pequeños y se dejan guiar porque ven ternura y misericordia en aquellos que ya han recorrido muchas veces el camino y están dispuestos a ayudarnos.

Y la hermana pequeña se deja guiar, se sabe bien acompañada, protegida, es la tradición de la Iglesia que nos anima a vivir nuestra fe. La fe de la Iglesia no es individualista, o es comunitaria o no es fe. Cristo no estuvo solo, siempre sentía la necesidad de acompañar, de enseñar. Además, resucita mostrándose a sus discípulos, a hombres y mujeres que dudan de todo lo que les dijo y a los que anima a superar los miedos, a abrir las puertas y ventanas de las casas y de las iglesias y anunciarlo.

Por eso, caminamos hacia la luz, fijaros en la foto, la luz del fondo de la calle, la calle no es muy bonita, es gris y sucia - los que conocemos Murcia sabemos que no es la mejor calle de la ciudad- pero eso no les impide a las hermanas andar hacia la luz y con su paso iluminar con la alegría del Amor los lugares por los que van pasando.

Y al final de la calle la luz, la Resurrección. Dios nos invita a anunciar este momento de gozo enorme a los hombres y mujeres de nuestro tiempo, abrir vuestros corazones, salir a la calle, dialogar con aquellos que no creen, con aquellos que las circunstancias o ejemplos de poca misericordia hizo que se alejasen del Resucitado y de su Iglesia.
Esta es la gran tarea que tenemos en la Resurrección, sed testigos con vuestra vida y, si hiciera falta, con palabras (como nos decía san Francisco de Asís),  del Amor del Resucitado.

Amigos Feliz Pascua de Resurrección.

viernes, 18 de abril de 2014

Alma de Cristo


Anima Christi, sanctifica me.
Corpus Christi, salva me.
Sanguis Christi, inebria me.
Aqua lateris Christi, lava me.
Passio Christi, conforta me.
O bone Jesu, exaudi me.
Intra tua vulnera absconde me.
Ne permittas me separari a te.
Ab hoste maligno defende me.
In hora mortis meae voca me.
Et iube me venire ad te,
Ut cum Sanctis tuis laudem te.
In saecula saeculorum.
Amen