Mucho hemos leído esta semana del viaje de Su Santidad Benedicto XVI a Tierra Santa, y más leeremos este fin de semana, sobre todo en las webs católicas, haciendo un balance del mismo. Pero si hay algo que debemos evitar es el hablar de este viaje en categorías de éxito, o metas alcanzadas. Si así se hiciese traicionaríamos la misma razón del viaje.
Su Santidad ha afrontado el viaje como lo que es, el Vicario de Cristo que lleva el mensaje apostólico de fortaleza, de saberse miembros de una Iglesia y amados de Cristo Resucitado a los hermanos cristianos de aquella tierra. Y lo ha hecho desde la fe, sin políticas irritantes y respetando a todos.
Además ha visitado aquellas tierras como un día lo hizo San Francisco, sin el deseo de imponer, únicamente el de llevar el mensaje de Cristo a todos los hombres de buena voluntad. Y que nadie se extrañe si ese mensaje es el de la paz, la reconciliación de los hombres y mujeres de aquella tierra, la caídas de aquellos muros que se levantan para dividirnos, no sólo los muros físicos sino sobre todo los mentales, los del corazón que impiden el perdón.
El Papa ha visitado Tierra Santa y ha llevado el Evangelio, sin una palabra más alta que otra, pero sin callar tampoco las injusticias. Todo con respeto, pero con la certeza, que da la fe, que la Verdad es Cristo.
Por eso, si cabe, se debe destacar más todavía la compañía que ha hecho el Ministro General de la Orden Franciscana al Papa en el Monte Nebo, Nazaret, es la presencia franciscana en la Tierra de Jesús, silenciosa pero siempre presente.
Gracias por tu reflexión. Habrá que volver a hablar, de estos y otros temas, pronto. Hay que tejer redes con vosotros en RD.
ResponderEliminarAbrazos amigo