Es curioso, como una de las diócesis más antiguas que tiene España, está cambiando de Obispo diocesano con una facilidad pasmosa. Bien es cierto que unos salen promovidos y otros removidos pero no duran mucho y eso quien lo acaba sufriendo son los fieles de la diocesis.
Sobre el Obispo que nos deja, para seguir sirviendo al Señor y la Iglesia, sólo decir que nunca entró con buen pie en una diócesis como la cartagenera. Desde su entrada en barca, con poco afortunadas compañías, su siempre reticente aceptación al trabajo bien hecho de los religiosos en está diócesis donde somos mas de mil, y que parece que no seremos todos tan malos.
Su pelea con la UCAM, donde no le faltaba razón, pero que se encontró con la trampa y con la poca ayuda de algunos de sus propios sacerdotes diocesanos, que fueron más fieles a la Universidad que a su Obispo y señor, entre los que tenía vicarios episcopales, futuribles obispos, etc. Pues ninguno le advirtió de la situación en la que se encontraba la UCAM, y entró confiando en que era respaldado sin saberse muy bien de quien pero no se dejó acompañar por quienes le podían haber aconsejado bien.
No se puede negar que es un hombre de fe, buen sacerdote y cercano a la gente, que escuchaba y le hablaba con palabras sencillas, pero con eso se puede ser un gran párroco pero no obispo.
Ahora marcha a Alcalá, Dios le acompañe y los murcianos de fe rezaremos para que sirva a su nueva Iglesia diocesana y al Señor con buen corazón y el ministerio sacerdotal de servidor y pastor que acompaña con buen pie.
Y nosotros a esperar, que Almería no está tan lejos para que tarde en llegar el nuevo obispo.
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