A la conclusión de las XXVIII Jornadas de Teología, me cabe
señalar la alegría y satisfacción por un trabajo de preparación que se inició
el año pasado por estas fechas y que ha concluido en un gran Congreso de Teología
dedicado a la Vida Consagrada en Murcia.
No es fácil convocar a los religiosos y consagrados de
Murcia para una serie de conferencias, pero lo hemos hecho y han respondido, y
puedo señalar con alegría que todos: religiosos, contemplativas, institutos seculares,
sociedades de vida apostólica se han dado cita a lo largo de los cinco días que
han durado las Jornadas, con el deseo de profundizar en nuestro presente y
futuro.
Debo destacar la presencia del Seminario Mayor diocesano con
su rector al frente el primer día y en las jornadas siguientes han estado
presentes seminaristas y formadores, reconociendo con su presencia que la
Iglesia no es otra cosa que la unión de carismas que crecen en el amor a Dios
manifestado en el servicio a los hombres y mujeres de nuestro tiempo.
Este año hemos contado con la presencia del Arzobispo José
Rodríguez Carballo, Secretario de la Congregación de Institutos de Vida
Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica, que con la presidencia del Pastor
de la Diócesis de Cartagena D. José Manuel Lorca Planes y ante una auditorio donde
estaban representadas todas las formas de vida consagrada presentes en la
diócesis de Cartagena y las vecinas de Albacete, Alicante, Almería, Cuenca, nos
hablo de la necesidad de ser profetas en nuestro tiempo, desde la Iglesia a la
que pertenecemos y con la alegría de unos carismas específicos que marcan la
diferencia de la consagración pero no impiden la alegría de compartir una
vocación, una llamada de Dios.
Importante fue la presencia en el segundo día del sacerdote
de la Diócesis de Getafe y Vicario general de la misma D. José María Avendaño
Perea que nos recordó con la dulzura y su bien hablar pero con la fuerza del
profeta que el sacerdote y el consagrado debemos atrevernos a mirar el rostro y
los ojos del pobre, es la única forma posible de llevar con nosotros la alegría
del Evangelio.
El miércoles la hermana de la Consolación y profesora de la
Universidad Pontificia de Comillas, Marta García Fernández nos mostró la
importancia de cuidar la identidad de cada una de las congregaciones pero que
ello no sea obstáculo para la colaboración entre congregaciones y sobre todo
con los laicos que nos lleva a la misión compartida y a la formación en el
carisma que debe ser la base de la evangelización.
El penúltimo día de las Jornadas lo dedicamos a un tema cada
día más importante en la Vida consagrada como es la psicología para conocer los
distintos momentos de la vida de las personas y sobre todo asumirlos para poder
vivirlos en su plenitud. Nos habló la hermana Apostólica de Cristo Crucificado
Ana Isabel Rosa Alcázar, profesora de psicología en la Universidad de Murcia y
en el Instituto Teológico de Murcia OFM.
Terminamos las Jornadas con una mesa redonda donde tratamos
de hacer presente las diversas misiones que la vida consagrada lleva en las
Iglesias locales donde estamos presentes: así la hermana mercedaria Dolores
Lora-Villar nos habló, con gran interés para los alumnos que se preparan para
la obtención de la DECA, de las realidades de las escuelas cristianas y como en
ellas todos los que trabajan tienen que mostrar desde el ideario del centro la
alegría cristiana.
Fr. Jesús Hernández Martín franciscano, nos habló de la gran
labor que los religiosos hemos hecho para que Proyecto Hombre exista y sea una
realidad de cara a ayudar a muchas personas, muchas familias a retomar un
sentido en sus vidas y abandonar una dependencia que los anulaba como personas.
Y la invitada de honor de esa mesa redonda Sor Clara Perdido
abadesa del monasterio de Clarisas de Hellín Digo de honor porque nos hablo de
lo que es la vida contemplativa, sus realidades fraternas, su misión dentro de
la Iglesia, la vida contemplativa esa gran desconocida en ocasiones para la
misma Iglesia.
En definitiva han sido unas Jornadas de Teología muy bien
recibidas por la Vida Consagrada de Murcia respondiendo con su asistencia a las
Conferencias y demostrando que somos parte de la Iglesia que camina y vive al
lado de los hombres y mujeres de nuestro tiempo, tratando de dar respuestas a las necesidades
que la sociedad y la Iglesia nos presenta, desde unos carismas propios que
marcan nuestro ser y vivir.
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