domingo, 2 de febrero de 2014

Vida Consagrada


“Y si quiero ser monja porque el mundo se pone en mi contra, mis compañeras de estudio me dicen que estoy loca y mi familia me dice que me han comido la sesera. Y lo más raro es que pertenezco a una familia cristiana que vive su fe y estudio en un Centro Universitario con un ideario católico.”
Con estas palabras se me acercaba una joven llena de ilusión por responder a la llamada de Dios, hablando con ella fui descubriendo que su deseo no era transformar el mundo con obras ni gastarse toda una vida en orar por el bien del mundo, lo único que deseaba era ser capaz de responder a la llamada de Dios y siendo generosa renunciar a todo por esa bondad que Dios tenía con ella.
En este día de la Vida Consagrada me viene a la cabeza este recuerdo porque esta forma de Vida en la Iglesia en los tiempos que vivimos es la gran desconocida. Ahora la respuesta a Dios está en pertenecer a los nuevos movimientos eclesiales que van a cambiar el mundo llevando la presencia de Dios en la sociedad y la Iglesia.
Pero la Vida Consagrada va mucho más allá, como decía aquella joven, no se trata de cambiar el mundo sino de ser fiel a lo que Dios quiere de nosotros, Él marcará nuestro caminar y nosotros hemos de atrevernos a andar ese camino dejándonos hacer y llevar por Dios para que Él pueda ir saludando a los hombres y mujeres de nuestro tiempo con los que nos crucemos en nuestro caminar, y no sólo desde la tarea asistencial o educativa sino también desde la vida contemplativa que hace de la presencia y el crecimiento de Dios dentro de las personas lo primero de la vida de entrega.
La Vida Consagrada es Iglesia y como tal obra de Dios, y los consagrados tenemos la ingente tarea de llenarnos de Él y al final de nuestros días poder darle las gracias porque lo hemos tenido en nuestros brazos y se lo hemos mostrado con alegría a los hombres y mujeres de nuestro tiempo.

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