Hoy día de todos los Santos, hacemos
memoria del martirio del P. Augusto Ramírez, hijo de la Provincia Franciscana
de Cartagena y de la Custodia del Santísimo Nombre de Jesús, en la actualidad
Provincia Franciscana de Guadalupe en
Centroamérica.
Esta es su biografía y oremos para que le veamos pronto en los altares junto a Mons. Romero.
Nace en Guatemala, el 5 de noviembre de 1937. Es ordenado sacerdote en Teruel, España, el 18 de junio de 1967, es asesinado el 7 noviembre de 1983, en la ciudad de Guatemala. Nadie imaginaba que Fray Augusto Rafael Ramírez Monasterio, hijo menor de nueve hermanos, llegara a ser un testigo fiel de la fe.
Esta es su biografía y oremos para que le veamos pronto en los altares junto a Mons. Romero.
Nace en Guatemala, el 5 de noviembre de 1937. Es ordenado sacerdote en Teruel, España, el 18 de junio de 1967, es asesinado el 7 noviembre de 1983, en la ciudad de Guatemala. Nadie imaginaba que Fray Augusto Rafael Ramírez Monasterio, hijo menor de nueve hermanos, llegara a ser un testigo fiel de la fe.
Su vida era más bien escondida,
dedicada al estudio y a la formación de los frailes franciscanos. Al final, fue
párroco de San Francisco el Grande, en Antigua Guatemala. La pregunta lógica es
¿porqué lo mataron? El Padre Augusto, como lo llamaban todos, era un fraile
franciscano dedicado al servicio de los pobres y necesitados.
La vocación sacerdotal la vivía
intensamente en la celebración de la Eucaristía, la experiencia diaria de
oración y una devoción particular a la Virgen María. Trabajó incansablemente
por las vocaciones franciscanas, en su paso por los distintos destinos que tuvo
y apoyó las casas de formación por las que pasó. La razón de su muerte se
encuentra en su trabajo pastoral con los jóvenes, especialmente en la formación
de los valores cristianos de compromiso y proyección hacia la comunidad.
A lo largo de su vida trabajó
por los jóvenes en grupos juveniles, deportes, coro, etc. Por su espíritu
amigable cautivó la simpatía de numerosos jóvenes que buscaban su consejo y
asesoría espiritual; fue su amigo, director espiritual y confesor. En el mes de
junio de 1983 el gobierno de facto del general Efraín Ríos Montt, emite el
decreto de amnistía para las personas que estuvieran involucradas en
actividades subversivas. Para ello tenían que presentarse a las Gobernaciones
departamentales, a la Cruz Roja, Municipalidades, a la Iglesia Católica o a las
iglesias evangélicas. Siendo el superior de la Iglesia de San Francisco en
Antigua Guatemala, mientras cumplía su misión sacerdotal en el confesionario,
se acerca un campesino, vinculado con la guerrilla, pidiéndole ayuda para
acogerse a la amnistía y retornar a su ciudadanía legal.
Para cumplir la solicitud que le
fuera presentada por el campesino y para protegerlo, el P. Augusto acude al
Gobernador Departamental de Sacatepéquez, para que la entrega de esta persona
se hiciera en la misma Gobernación. Para ello, le fue requerida la cédula de
vecindad del interesado. Dado que no contaba con este documento, el P. Augusto
lo acompañó al cercano municipio de Parramos para obtenerla. En dicha
municipalidad le fue denegada la cédula al campesino. Y la razón era porque el
ejército lo buscaba dado que era militante de la guerrilla, por lo cual tanto
el campesino como Fray Augusto fueron conducidos a la Policía Nacional del
lugar.
Fray Augusto explicó el
propósito que les llevó a esa municipalidad, que era acogerse a la amnistía y
que ya en la Gobernación de Antigua estaban enterados del trámite y existía el
acta de amnistía. Haciendo oídos sordos a las explicaciones de Fray Augusto,
fueron conducidos al destacamento militar, donde fueron detenidos ilegalmente,
y el padre maltratado, torturado, exigiéndole decir lo que el campesino le
había dicho en confesión. Al negarse Fray Augusto, le quemaron las manos con
cigarros encendidos y continuaron torturándolo. En la madrugada del día siguiente,
lo dejaron libre, así mismo a los acólitos que lo acompañaban, no así el
campesino.
Luego fue víctima de amenazas de
muerte por la vía telefónica, e incluso le indicaban que abandonara el país. El
5 de noviembre de 1983 le celebraron su cumpleaños. Dos días después, el lunes
7 de noviembre, después de haber visitado a su familia, aproximadamente a las
17:30 horas, saliendo de la casa de su hermana que vivía en la zona 1, se
perdió la pista de sus pasos.
Se supone, por la práctica común
en esos tiempos, que fue interceptado por individuos que lo condujeron a un
lugar desconocido. No se supo nada de su paradero hasta las 4 de la tarde del
día siguiente, 8 de noviembre, cuando fue encontrado su cadáver en la morgue,
donde fue reconocido su cadáver que había sido recogido en el Anillo
Periférico. Al día siguiente se leía en el diario Prensa Libre: “Un muerto y un
herido en tiroteo en el periférico”. El 17 de mayo de 2006, el postulador de la
causa entregó a Su Eminencia el Cardenal Rodolfo Quezada Toruño, Arzobispo de
Santiago en Guatemala, la petición para que fuera instruida su causa de
canonización.
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