De entrada,
vivimos en un estado democrático y de derecho donde la libertad de pensamiento
se permite y cada uno es libre de poder decir y compartir su forma de pensamiento,
aunque no sea lo que esté visto por el pensamiento común.
Ahora bien,
para que cada uno pueda pensar en libertad siempre se deben dar unos parámetros
de:
-
Respeto
-
Diálogo
-
Escucha
-
Participación
Pero a la hora
de desarrollar nuestra libre forma de pensar, nos encontramos con dificultades,
a la hora de desarrollar un pensamiento diverso al establecido
-
Pensamiento
único
-
Pensamiento
líquido
Cualquiera de
esos dos postulados son lo suficientemente extremistas para evitar que se de lo
que hemos hablado de respeto y diálogo.
Cualquier tipo
de diálogo que establezcamos fuera de esas dos posturas será puesto en duda y
lo que es peor se le impedirá que pueda entrar en un diálogo de cara a aportar
unos valores que ayuden a la convivencia.
Hablamos
siempre de la necesidad del diálogo, a cualquiera que le platees la posibilidad
de un encuentro con el otro nos habla de la necesidad del diálogo y lo que
últimamente se está poniendo en boca de los gurús del pensamiento oficial: la
asamblea que dialoga para encontrar valores en común.
Pero cuando
hablamos del pensamiento único y el pensamiento líquido, que nadie se crea que
estamos hablando de cosas distintas, para mi son las caras de la misma moneda.
Podemos llegar
a pensar que el pensamiento único es el pensamiento establecido por las hordas
“fascistas” y que nos llevan a que todos debemos pensar de la misma forma, y
sin embargo los que defienden l pensamiento líquido, es decir, pensar o que
conviene en cada momento, según las circunstancias nos llevan a pensar en un
pensamiento único establecido por la cabeza y que en cada momento debemos
asumir como nuestro, aunque suponga una contradicción con lo que pensábamos con
anterioridad.
Uno de los
elementos que debemos cuidar es la escucha, y hoy en día difícilmente
escuchamos al otro si no es afín a nuestra forma de pensar, si pretende aportar
unos valores que no sean consensuados por la afinidad ideológica o de las
cabezas de la asamblea, nos negamos a escucharlos y los consideramos
reaccionarios por que no son afines a nuestra forma de pensar en este momento.
Si no es así
nos encontramos con que se excluye todo aquello que puede hacer saltar por los
aires un pensamiento único que difiere con lo que se quiere imponer en la
sociedad. Ya sea de un color o de otro y dependiendo del que ostente el poder
así se establece.
Hace unos días
en una conferencia impartida en el ITM por García Andoin señalaba que había que
excluir del diálogo para ver los valores que debemos tener en nuestra sociedad
a aquellos que reflexionan desde la ley natural. Él hablaba del iusnaturalismo
como contrario al pensamiento moderno rechazando que la persona tenga una base
desde la que desarrolla su ser. Como esta situación iba naturalista nos lleva a
la construcción de unos valores estables, esta forma de pensamiento debía
quedar excluida de todo ambiente de diálogo. Nos encontramos por tanto con una
exclusión más que un acercamiento y escucha dialogal.
Pero al día
siguiente me decían como permitíamos en el Instituto Teológico impartir esas
conferencias que hablan en contra de la ley natural, por supuesto desde un
centro franciscano no podemos olvidar como San Francisco fue a dialogar con el
sultán Melik al Kamil, y sin llegar a un relativizo absurdo cada uno desde su
fe y cultura llegan a poder plantear sus posturas y sin conversión ser capaz de
compartir. Hoy en día necesitamos mucho de esto ya que nos encontramos con un
enfrentamiento de contrarios con los que se excluye el dialogo, con aquellos
que no comparten nuestras ideas.
Y llegados a
este punto nos encontramos con otra carencia que se está estableciendo en
nuestra sociedad y es la falta de respeto. Cuando no somos capaces de escuchar,
cuando hemos llegado a una sociedad que no está formada, que la educación ya no
es un valor prioritario, sino que como mucho nos cuidamos de la escolarización,
pero no de la educación y formación. Hemos olvidado la grandeza que supone leer
un libro y conocer la realidad, el mundo que nos presentan sus páginas. Cuando
falta eso lo único que queda es el insulto y hablar mal del otro vilipendiando
y diciendo mentiras que cuanto más se repiten más se quedan en el ambiente y al
final se acaban aceptando como verdades universales.
Por supuesto si
no hay respeto, no esperemos que haya escucha, y mucho menos diálogo y así
llegamos a la exclusión del otro. Y la razón de nuestro encuentro, cada vez
estamos más lejos del libre pensamiento.
Y una pregunta que puede
servir para nuestra reflexión posterior ¿El pensamiento líquido (que ya hemos
visto va muy unido al pensamiento único) le interesa esta falta de respeto, al
contrario, entendiendo que es una forma de eliminar del diálogo a quién nos
puede llegar a establecer valores determinado y fijados por la sociedad? ¿Qué
es el pensamiento líquido? Es la capacidad de formar ideas relacionadas unas con otras, que
buscan resolver un problema basadas en un gran concepto estratégico y general y
que se adaptan para su ejecución a distintas formas.
No encontramos
con una definición constructiva pero que al desmenuzarla nos lleva al vacío de
vivir con aquello que conviene en cada momento sin que se establezca un
constructo de desarrollo personal ni comunitario. Lo “bueno” que podemos
señalar que tiene el pensamiento líquido es que al no fijar los elementos
parece que es la forma aceptable de acoger cualquier pensamiento que pueda
llegar y no es así
Se trata de formar
ideas, con lo cual no se admiten las ideas ya establecidas, sino que se crean
nuevas, sin un desarrollo de pasado ni de futuro, sólo de presente. Estas ideas
nos llevarán a solucionar un problema universal, no particular por lo tanto
surge la pregunta quién busca esa respuesta, y quién se ha planteado el
problema. Y en último lugar, no tienen una forma única, sino que se acomodan a
las necesidades, a las respuestas y lo que hoy vale, es más lo que ahora vale,
en un momento posterior cambia porque la situación social ha cambiado.
Llegamos al
último punto que es el de la participación, desde la experiencia de ser el
director de un centro de estudios teológicos en el que mensualmente organizamos
conferencias, Jornadas teológicas, presentaciones de libros, puedo decir que la
participación se hace en función de la afinidad de aquello que se va a hablar.
No somos capaces de participar en una conferencia donde sabemos que van a decir
algo que es contrario a nuestra forma de pensar. Y podríamos decir que es
verdad que yo no voy al cine si la película no me gusta por mucho que Almodóvar
sea un gran director de cine, así a mí no me gusta su cine no voy.
Pero, es más, yo
me refiero a que no somos capaces de escuchar posiciones contrarias a nosotros,
cuando yo comencé a estudiar derecho canónico y a ir a los congresos que se
celebraban en España, me decían como puedes ir a los de tal universidad que son
de tal forma, y voy a ellos porque como me enseñó mi maestro Nikolaus Schock, fiscal
de la Signatura apostólica, los franciscanos debemos escuchar todas las
opiniones y después quedarnos con las que nos interesan, y es más, ser capaces
de crear una forma de pensamiento propia, no conformarnos con lo recibido.
Hoy que se nos
habla tanto de la necesidad del asamblealismo para crear un pensamiento
universal, ya estamos excluyendo a aquellos que no van a ser afines a lo que
queremos implantar. Construimos los valore y el pensamiento desde lo que nos
interesa, y aquel que incluso participando de la asamblea no esta conforme es
excluido de la misma y criticado
Con lo cual,
nos encontramos, que estamos creando círculos cerrados, donde no se dialoga, no
somos capaces de escuchar, y desde la falta de respeto llegamos a la exclusión
de la participación.
Concluyendo, es
importante saber escuchar y contestar. Recibir la crítica como acto
constructivo y hacer que el pensamiento que nace de nosotros no se vea frenado
ni excluido si no está conforme con lo que se quiere establecer desde los
ámbitos de poder.
En definitiva,
hay libertad de pensamiento, pero no somos libres para expresarla sin que se
nos tilde de cualquier cosa contraria al mundo virtual o líquido, como queramos
llamarle, que se ha establecido.