miércoles, 6 de diciembre de 2023

¿EXISTE LA LIBERTAD DE PENSAMIENTO?


 De entrada, vivimos en un estado democrático y de derecho donde la libertad de pensamiento se permite y cada uno es libre de poder decir y compartir su forma de pensamiento, aunque no sea lo que esté visto por el pensamiento común.

Ahora bien, para que cada uno pueda pensar en libertad siempre se deben dar unos parámetros de:

-          Respeto

-          Diálogo

-          Escucha

-          Participación

 Pero a la hora de desarrollar nuestra libre forma de pensar, nos encontramos con dificultades, a la hora de desarrollar un pensamiento diverso al establecido

          -          Pensamiento único

-          Pensamiento líquido

 Cualquiera de esos dos postulados son lo suficientemente extremistas para evitar que se de lo que hemos hablado de respeto y diálogo.

 Cualquier tipo de diálogo que establezcamos fuera de esas dos posturas será puesto en duda y lo que es peor se le impedirá que pueda entrar en un diálogo de cara a aportar unos valores que ayuden a la convivencia.

 Hablamos siempre de la necesidad del diálogo, a cualquiera que le platees la posibilidad de un encuentro con el otro nos habla de la necesidad del diálogo y lo que últimamente se está poniendo en boca de los gurús del pensamiento oficial: la asamblea que dialoga para encontrar valores en común.

 Pero cuando hablamos del pensamiento único y el pensamiento líquido, que nadie se crea que estamos hablando de cosas distintas, para mi son las caras de la misma moneda.

 Podemos llegar a pensar que el pensamiento único es el pensamiento establecido por las hordas “fascistas” y que nos llevan a que todos debemos pensar de la misma forma, y sin embargo los que defienden l pensamiento líquido, es decir, pensar o que conviene en cada momento, según las circunstancias nos llevan a pensar en un pensamiento único establecido por la cabeza y que en cada momento debemos asumir como nuestro, aunque suponga una contradicción con lo que pensábamos con anterioridad.

 Uno de los elementos que debemos cuidar es la escucha, y hoy en día difícilmente escuchamos al otro si no es afín a nuestra forma de pensar, si pretende aportar unos valores que no sean consensuados por la afinidad ideológica o de las cabezas de la asamblea, nos negamos a escucharlos y los consideramos reaccionarios por que no son afines a nuestra forma de pensar en este momento.

 Si no es así nos encontramos con que se excluye todo aquello que puede hacer saltar por los aires un pensamiento único que difiere con lo que se quiere imponer en la sociedad. Ya sea de un color o de otro y dependiendo del que ostente el poder así se establece.

 Hace unos días en una conferencia impartida en el ITM por García Andoin señalaba que había que excluir del diálogo para ver los valores que debemos tener en nuestra sociedad a aquellos que reflexionan desde la ley natural. Él hablaba del iusnaturalismo como contrario al pensamiento moderno rechazando que la persona tenga una base desde la que desarrolla su ser. Como esta situación iba naturalista nos lleva a la construcción de unos valores estables, esta forma de pensamiento debía quedar excluida de todo ambiente de diálogo. Nos encontramos por tanto con una exclusión más que un acercamiento y escucha dialogal.

 Pero al día siguiente me decían como permitíamos en el Instituto Teológico impartir esas conferencias que hablan en contra de la ley natural, por supuesto desde un centro franciscano no podemos olvidar como San Francisco fue a dialogar con el sultán Melik al Kamil, y sin llegar a un relativizo absurdo cada uno desde su fe y cultura llegan a poder plantear sus posturas y sin conversión ser capaz de compartir. Hoy en día necesitamos mucho de esto ya que nos encontramos con un enfrentamiento de contrarios con los que se excluye el dialogo, con aquellos que no comparten nuestras ideas.

 Y llegados a este punto nos encontramos con otra carencia que se está estableciendo en nuestra sociedad y es la falta de respeto. Cuando no somos capaces de escuchar, cuando hemos llegado a una sociedad que no está formada, que la educación ya no es un valor prioritario, sino que como mucho nos cuidamos de la escolarización, pero no de la educación y formación. Hemos olvidado la grandeza que supone leer un libro y conocer la realidad, el mundo que nos presentan sus páginas. Cuando falta eso lo único que queda es el insulto y hablar mal del otro vilipendiando y diciendo mentiras que cuanto más se repiten más se quedan en el ambiente y al final se acaban aceptando como verdades universales.

 Por supuesto si no hay respeto, no esperemos que haya escucha, y mucho menos diálogo y así llegamos a la exclusión del otro. Y la razón de nuestro encuentro, cada vez estamos más lejos del libre pensamiento.

 Y una pregunta que puede servir para nuestra reflexión posterior ¿El pensamiento líquido (que ya hemos visto va muy unido al pensamiento único) le interesa esta falta de respeto, al contrario, entendiendo que es una forma de eliminar del diálogo a quién nos puede llegar a establecer valores determinado y fijados por la sociedad? ¿Qué es el pensamiento líquido? Es la capacidad de formar ideas relacionadas unas con otras, que buscan resolver un problema basadas en un gran concepto estratégico y general y que se adaptan para su ejecución a distintas formas.

 No encontramos con una definición constructiva pero que al desmenuzarla nos lleva al vacío de vivir con aquello que conviene en cada momento sin que se establezca un constructo de desarrollo personal ni comunitario. Lo “bueno” que podemos señalar que tiene el pensamiento líquido es que al no fijar los elementos parece que es la forma aceptable de acoger cualquier pensamiento que pueda llegar y no es así

 Se trata de formar ideas, con lo cual no se admiten las ideas ya establecidas, sino que se crean nuevas, sin un desarrollo de pasado ni de futuro, sólo de presente. Estas ideas nos llevarán a solucionar un problema universal, no particular por lo tanto surge la pregunta quién busca esa respuesta, y quién se ha planteado el problema. Y en último lugar, no tienen una forma única, sino que se acomodan a las necesidades, a las respuestas y lo que hoy vale, es más lo que ahora vale, en un momento posterior cambia porque la situación social ha cambiado.

 Llegamos al último punto que es el de la participación, desde la experiencia de ser el director de un centro de estudios teológicos en el que mensualmente organizamos conferencias, Jornadas teológicas, presentaciones de libros, puedo decir que la participación se hace en función de la afinidad de aquello que se va a hablar. No somos capaces de participar en una conferencia donde sabemos que van a decir algo que es contrario a nuestra forma de pensar. Y podríamos decir que es verdad que yo no voy al cine si la película no me gusta por mucho que Almodóvar sea un gran director de cine, así a mí no me gusta su cine no voy.

 Pero, es más, yo me refiero a que no somos capaces de escuchar posiciones contrarias a nosotros, cuando yo comencé a estudiar derecho canónico y a ir a los congresos que se celebraban en España, me decían como puedes ir a los de tal universidad que son de tal forma, y voy a ellos porque como me enseñó mi maestro Nikolaus Schock, fiscal de la Signatura apostólica, los franciscanos debemos escuchar todas las opiniones y después quedarnos con las que nos interesan, y es más, ser capaces de crear una forma de pensamiento propia, no conformarnos con lo recibido.

 Hoy que se nos habla tanto de la necesidad del asamblealismo para crear un pensamiento universal, ya estamos excluyendo a aquellos que no van a ser afines a lo que queremos implantar. Construimos los valore y el pensamiento desde lo que nos interesa, y aquel que incluso participando de la asamblea no esta conforme es excluido de la misma y criticado

 Con lo cual, nos encontramos, que estamos creando círculos cerrados, donde no se dialoga, no somos capaces de escuchar, y desde la falta de respeto llegamos a la exclusión de la participación.

 Concluyendo, es importante saber escuchar y contestar. Recibir la crítica como acto constructivo y hacer que el pensamiento que nace de nosotros no se vea frenado ni excluido si no está conforme con lo que se quiere establecer desde los ámbitos de poder.

 En definitiva, hay libertad de pensamiento, pero no somos libres para expresarla sin que se nos tilde de cualquier cosa contraria al mundo virtual o líquido, como queramos llamarle, que se ha establecido.

 

jueves, 2 de diciembre de 2021

«Laudato sì» Construyendo un mundo mejor

 

            Terminamos la cumbre del clima con muy pocas esperanzas de cambio, lo cual nos lleva a mirar la Encíclica del Papa Francisco.

          Muchas veces las encíclicas, los documentos pontificios, se quedan viejos al poco tiempo de salir. La reflexión de los mismos queda varada en la orilla de los muchos papeles que nos rodean, y si bien han tenido un tiempo de eclosión y de importancia, de golpe ya no parece que fuesen tan importantes para nuestra vida de cristianos.

            Sin embargo, la encíclica «Laudato sì» parece que tiene más vida por estar dedicada al cuidado de la casa común, a la atención de la creación y cómo la sociedad nos recuerda constantemente que debemos cuidarla; la encíclica recupera su cercanía y utilidad constantemente para nuestro mundo.

            “Laudato Sì” es una encíclica que no recoge únicamente el pensamiento de un Papa, sino que retoma las ideas de Benedicto XVI y las ya enunciadas sobre el cuidado de la creación del papa San Juan Pablo II.

            Ahora bien, sin lugar a dudas, es una encíclica iluminada por el Santo de Asís que celebramos en estos días, donde el cuidado de la creación no puede ir separado del cuidado de los hermanos, de un modo especial de los más necesitados, la preocupación por alcanzar la justicia de los más desfavorecidos del planeta. Si no hay una atención por los últimos, no podemos pensar en un cuidado de la creación.

            Es cierto que en la encíclica se describe el daño que a la naturaleza se le está haciendo desde nuestro egoísmo, de sólo querer el mundo para usarlo con el fin de alcanzar nuestros intereses. Pero no cabe duda que lo que hacemos para la creación lo estamos haciendo unos con otros. Se nos olvida que debemos cuidar la relación entre las personas, no podemos vivir desde la individualidad y el egoísmo, en cuyo caso, estaríamos destrozando lo que somos como personas y cuando nos degradamos de tal modo, estamos destrozando también nuestro entorno.

            Para entender al ser humano y la necesidad de un mundo en relación, es necesario entender nuestra relación con Dios. Una relación sostenida en los salmos y donde observamos que, si bien la persona es lo más importante y a quien debemos cuidar por encima de las demás criaturas, si no cuidamos el entorno, nos encontraríamos con que estamos dando de lado al mensaje universal del Creador. Se hace necesario el cuidado, la conmiseración con lo creado, el perdón que nace del Amor de Dios. Por ello, san Francisco nos dirá en su Cántico de las criaturas «Alabado seas mi Señor, por aquellos que perdonan por tu amor».

            Otra insistencia del Papa Francisco en esta encíclica es recordar que la ecología de la que nos habla no es fruto del simplismo de un mundo que lleno de cantos de sirena se cree que debe cuidar la creación y se olvida de las personas. Por ello, nos insiste que la ecología debe llenar el mundo tecnológico y cultural. El cuidado de la cultura de cada pueblo nos llevará a reconocer que en cada momento, al cuidar nuestras tradiciones, estamos cuidando el entorno donde hemos nacido. Hoy sufrimos el desplazamiento de muchas personas, los más pobres que, al dejar sus vidas atrás, nos encontramos que viven en entornos donde se sienten desamparados, desprovistos de lo que han sido y entonces la persona acaba perdiendo su razón más íntima, su relación con Dios, con los demás hombres y con la creación.

            Por ello, a la persona que se desplaza hay que acogerla, pero también por su parte, las personas se deben integrar en la nueva situación vital en la que se encuentran para hacer posible esas relaciones interpersonales y, a la vez, evitar el aislamiento y el rechazo al mundo donde viven y son acogidos. Lo cual no cabe duda que llevará a la violencia en muchos barrios de las grandes ciudades.

            En definitiva,  la ecología no es un elemento simple, va mucho más allá y debe cuidar y atender a las personas, sobre todo al más pobre que a veces debe abandonar a su gente, a su familia y a su cultura, y se encuentra solo, vacío de relaciones y a este, es imposible pedirle que tenga en cuenta el cuidado de la creación.

            Pero debemos vivir desde la esperanza de que construimos un mundo desde una alabanza gozosa, que nos da nuestra fe en Dios, y que se cimienta en nuestra relación con las personas y el entorno. Es la única forma de construir y mantener un mundo lleno de vida, y donde se alabe al Creador en sus criaturas.

domingo, 3 de octubre de 2021

AL AÑO DE LA ENCÍCLICA «FRATELLI TUTTI». ¿QUE HA CAMBIADO?

 Publicado el 3 de octubre de 2021 en https://omnesmag.com/foco/evangelizacion/un-ano-de-la-enciclica-fratelli-tutti-que-ha-cambiado/

               


Cuando hace un año veíamos al Papa Francisco firmar una encíclica a los pies de la tumba de San Francisco de Asís, muchos pensamos que, con semejante bendición, un documento así tendría que ser escuchado por el mundo. Sin embargo, a simple vista no parece que este mundo haya cambiado mucho.

                Era la segunda vez que el Papa Francisco usaba una terminología franciscana para mostrar, desde las debilidades de nuestro mundo, que la lectura del santo de Asís nos podía ayudar a vencer el individualismo y el egoísmo que a todas luces parece mover nuestro mundo, especialmente en la política y la economía y que hace sufrir a los hombres y mujeres de la calle, que cada mañana se levantan con ganas de construir su vida y se ven limitados.

                La novedad franciscana es recuperar la idea que siempre rondaba a San Francisco de Asís que o éramos hermanos unos de los otros o difícilmente podríamos un construir un mundo de paz. Y para ello se necesitaba el sabernos hijos de un mismo Dios y una relación directa y honesta de unos con los otros. Y cuando hablamos del otro debemos pensar en el diferente, el último de la sociedad, el descartado del mundo y el que tiene una cultura distinta a nosotros pero que desde la acogida y el respeto se puede dialogar, buscando puntos de encuentro, sin caer en relativismos modernos.

                Una de las cosas importantes que nos recuerda la encíclica y que las personas de a pie conocen, es que la vida se conquista cada día. No es algo que se tenga ganado de una vez para siempre. Las relaciones humanas como los grandes acontecimientos de la historia, no se conquistan y ya está, o se cuidan cada día o acabamos volviendo a nuestras viejas malas costumbres. Y nuestra sociedad se ha olvidado que debemos vivir de la fraternidad para fomentar el alcanzar nuestros propios deseos y egoísmos.

                Hemos construido una sociedad donde términos como «abrirse al mundo» que en ocasiones hemos interpretado como escucha y acogida ahora significan no tener miedo a lanzarnos a un mundo de mercado distinto de nuestro entorno, romper nuestro mundo de confort para conquistar nuevos lugares y ampliar nuestro mercado, y así alcanza cuotas de poder, aunque sea en la soledad del que llega arriba.

                Unido a ello, nos encontramos con que la política que debería constituirse en motor de relaciones y constructora de la vida de la sociedad, se encuentra manipulada y manejada por intereses económicos, de tal forma que la política sólo sirve para descalificarse unos a otros, sin ser constructora de relaciones, y lo que es peor construyendo una cultura del egoísmo que rompe las tradiciones culturales que han sido capaces de construir una sociedad en relación.

                En medio de este mundo sin una cultura de arraigo nacen los populismos que nos encierran más en nosotros mismos frente al que es distinto, y sean de la orilla que sean, estas nuevas organizaciones no piensan en el otro sino en si mismas. De tal forma que el que debe abandonar su tierra ya no sólo no es bien acogido en otros países, sino que sin importar las personas son usados como armas arrojadizas para fomentar una cultura del descarte, tratando de eliminar socialmente al que no piensa como nosotros.

                Desde nuestra fe, la figura del buen samaritano se hace imprescindible, no sólo para ver cómo debemos actuar desde nuestra relación con Dios y con el otro, sino sobre todo porque nos lleva a la necesidad de construir una antropología que tenga como centro a la persona y sus relaciones con los demás y la creación. Cuando esta antropología suscita la acogida, entonces conseguimos que tanto exiliado, que, no es necesario que venga de otros países, sino que se ha instalado en nuestra ciudad huyendo de la pobreza rural, seamos capaces de integrarlo en la comunidad social y religiosa, que sea capaz de crear cultura y le lleve a no sentirse desarraigado, con lo que ello conlleva de negativo para todos.

                La encíclica «Fratelli tutti» nos hace darnos cuenta que, si bien es cierto que debemos construir nuestro mundo desde la libertad y la igualdad, sin embargo, no podemos olvidar que la libertad no se basa en el individualismo de hacer lo que cada uno quiera, y no todos somos iguales, sino que en la diversidad está la riqueza.

                Por ello el Papa Francisco nos invita a buscar en el diálogo y el encuentro la mejor herramienta para superar los egoísmos. El diálogo no significa el aceptar todo lo que se nos propone como válido, sino el buscar puntos de encuentro entre sociedades y personas. Este diálogo no es ni el que realizan los políticos echando en caras los defectos del oponente ni el que se produce en las redes sociales. El diálogo es cara a cara con la persona, reconociéndola como tal y en aras de alcanzar un bien común.

                Todo empieza desde la sencillez de la familia, que sufre alegrías y sin sabores, pero que también sabe perdonar y reconciliarse y esa alegría que se aprende a vivir en la familia debemos ser capaces de aportarla a la sociedad. El perdón no implica olvidar lo que ha pasado, el que olvida corre el riesgo de volver a cometer los mismos errores, por ello, no debemos olvidar, para construir desde las cenizas un mundo de reconciliación y de paz.

                Como señalábamos al principio, el Papa Francisco nos recuerda que la economía no es mala en si misma, cuantos empresarios en este tiempo de crisis desde una mentalidad cristiana de compromiso y compartir han cuidado de sus trabajadores para que sus empresas y la vida de las familias de cada uno de ellos siga adelante. Sin embargo, hay una economía que debemos denunciar, es la globalizadora que anula a persona que manipula a los gobiernos y no tiene en cuenta a los más desfavorecidos, destruyendo el lugar común de cada uno para construir unos fines egoístas.

                Hace un año de la firma de la encíclica y queda mucho que construir para que podamos hablar de la existencia de una verdadera fraternidad universal. Pero no podemos olvidar que los pasos se deben ir dando, que la esperanza es un elemento fundamental en la vida del cristiano y que ante la adversidad no podemos dejarnos llevar por los ritmos que nos marca una sociedad enferma que necesita de las relaciones humanas para sanar y construir un mundo donde todos seamos hermanos.


martes, 17 de noviembre de 2020

Una mirada de misericordia ante el suicidio

 

Nos encontramos con un libro que podría pasar desapercibido en cualquier leja de una librería, pero que sin embargo el que se atreve a abrirlo se encuentra con un tema como es el suicidio, que tanto miedo da en nuestra sociedad a hablar de ello, pero que es tratada desde la experiencia y la fe.

Es un libro con la grandeza de escribirlo en primera persona por un profesional que ha vivido la muerte de su madre que se suicidó, pero que no se limita a mostrar su experiencia sino que abre puertas de acompañamiento desde un nivel profesional y sobre todo desde la  fe.

El libro comienza explicando el título del mismo y que viene a mostrar que muchas veces la nada que hay entre el puente y el rio se acaba convirtiendo en mundo donde la persona que se lanza a ese vacío se encuentra con todo aquello que deja atrás.

El autor pretende escribir un libro que trate del suicidio y de la forma de acompañar a las personas que lo sufren. Ahora bien, por la estructura del libro peca un poco de estar escrito en primera persona, por ello, debe hacernos pensar que se necesita un segundo libro donde se desarrolle todas esas partes profesionales que quedan un poco cortas en este buen libro. Y se necesita mostrar por que tratar este tema del suicidio sin remilgos es una obligación, y que los profesionales creyentes muestren cual debe ser ese camino a recorrer. Profesionales hay muchos, pero que no se avergüencen de decir que son cristianos no hay tantos y se necesitan.

El libro consta de seis partes, todas unidas a partir de la primera parte que no puede ser otra que la historia personal del autor ante la muerte de su madre. El relato de su vida y cercanía a la madre, muestra la suerte de no estar sólo, su novia, sus amigos de la parroquia, sacerdotes, religiosas. Pero sin embargo la realidad es que la perdida de una madre por un suicidio al final se vive en soledad y con la carga de hacerlo presente en la realidad de cada día. Nos muestra el autor que en esa soledad le lleva a  vivir una fe que cambia su forma de ser a partir de la perdida y sobre todo la necesidad de compartir el dolor que le acompaña y que él se ve ayudado de una forma especial por unos autores que siempre le van a acompañar y le ayudan a vivir dicha realidad que le supera desde el dolor del silencio.

En la segunda parte, dicho lo anterior, no podía ser otra de otra forma que dedicar dos partes de esta obra a la fe y la visión que la Iglesia tiene del suicidio, y sobre todo de las personas que lo viven.

En primer lugar nos habla de la fe, que ayuda a vivir estos momentos de dolor cuando somos capaces de pedir explicaciones al Señor, a la par que somos capaces de descubrir el sentido de la cruz unido a la esperanza de la Resurrección.

En segundo lugar esa fe nos ha mostrado que vivimos en la Iglesia, nuestra madre, y se hace necesario aprender y comprender lo que ella nos dice sobre el que se suicida y el acompañamiento a los familiares, como todo ha cambiado y como esa cercanía de madre que acoge se hace mucho más palpable en cada uno de sus miembros.

La cuarta parte del libro será la más profesional, y a la que me atrevo a invitar a Javier a que la desarrolle en una nueva publicación, porque se hace necesaria. Ese estudio que hace de la persona que se suicida, mostrando las mil realidades que pueden presentarse en la persona que decide hacerlo y sobre todo como ese suicidio afecta a los que se quedan, es necesario vivir esa situación y sacarla fuera.

Por desgracia una de las situaciones que lleva el no hablar en la sociedad claramente lo que es el suicidio es en muchas ocasiones las visiones erróneas que del mismo se suelen tener, y ello lleva a no atrevernos a hablar de él, a usarlo en términos instrumentalistas y olvidar que es una realidad demasiado presente en la sociedad que vivimos y que deberíamos hablarlo sin miedos. Brevemente señala el autor la incoherencia de nuestra sociedad a la hora de ocultar el suicidio y sin embargo querer vendernos como algo mágico y bueno la eutanasia que no deja de ser un tipo de suicidio asistido. Es la falsedad del mundo en que vivimos.

Termina la obra con dos partes muy interesantes, la primera los testimonios de personas que han vivido el suicidio bien por intentarlo ellos o porque algún familiar decidió suicidarse y como han vivido ellos esta situación. La segunda parte un conjunto de recursos que pueden ayudar tanto a profesionales como en nivel general para conocer, acompañar y vivir esta situación.

En definitiva un buen libro que debemos leer todos para hacer visible una realidad de nuestra sociedad y de un modo más concreto para los creyentes que debemos acompañar desde nuestra fe, que queda dañada en la persona que sufre el suicidio pero al que debemos ser capaces de acompañar para descubrir esa esperanza que siempre debe estar presente.

Un libro que necesita de ese desarrollo de la parte profesional y que esperamos que sea la siguiente misión que el autor lleve adelante y complete el recorrido del camino iniciado, pero hasta que llegue ese momento felicitamos a Javier por la obra realizada.


Díaz Vega, Javier, Entre el puente y el río. Una mirada de misericordia ante el suicidio. Ed. Nueva Eva, Madrid 2020, 156 pp., 21x14


sábado, 7 de noviembre de 2020

CAMINAMOS HACIA ELLA


 En Villanueva de Alcardete, provincia de Toledo, el segundo domingo de noviembre todos los años revienta la vida, aunque estemos en noviembre y haga el frio propio de la Mancha.

Las familias se reúnen, la pólvora truena en las calles, y los ríos de felicidad se desbordan en todas las buenas gentes que de alguna manera tienen un trozo de corazón en ese pueblo y regresan en este fin de semana señalado.

La culpa de tanta algarabía no es otra que la Madre, la Ricona, como allí la llamamos, Nuestra Madre la Virgen de la Piedad. Nos reúne en su casa y como Buena Madre nos acoge y consuela ante las penas que hemos podido tener a lo largo de todo el año.

Pero este año la situación ha cambiado, no podremos desplazarnos a casa de nuestra Madre, no podremos encontrarnos con nuestras familias que a veces sólo los vemos en este fin de semana. Y sobre todo lloraremos a los que nos han dejado vecinos, amigos, familiares que otros años estuvieron gozando con nosotros.

Por eso cuando me mandaron mis primos esta foto, de verdad sentí que era el reflejo de lo que este años vivimos. Todo oscuro, no vemos con claridad lo que pasa a nuestro lado, tenemos miedos y no acabamos de fiarnos de nadie. Pero en el fondo esta Ella. La única iluminada la que nos muestra el camino que debemos seguir, la que con su Hijo en brazos escucha nuestras oraciones y reúne en su brazo los dolores y las penas de cada uno.

Pero sobre todo como Buena Madre nos invita a que nuestra oración sea una oración de gozo, de alegría, de saber que no estamos solos, que en familia las distancias no existen, que cuando levantamos la cabeza al final del pasillo está ella y nuestra oración se convierte en un canto de alabanza y sobre todo de esperanza.

Ella nos da a su Hijo para que nosotros seamos capaces de vivir el presente cercanos unos de otros, responsables y cariñosos, que no nos falte una palabra amable y sigamos andando, a pesar de la oscuridad, hacia ella. Hacia Nuestra Ricona.

¡¡¡¡VIVA LA VIRGEN DE LA PIEDAD!!!!

jueves, 11 de junio de 2020

Que nos dice San Antonio en el 800 aniversario de su conversión


COFRADES EN EL MUNDO: La localidad toledana de Cabezamesada está ... Este año, celebrar a San Antonio nos lleva a recordar una efeméride muy importante y es el 800 aniversario de su conversión y de su llegada a Ceuta camino de evangelizar el mundo musulmán, pero que una enfermedad le llevó a no poder permanecer allí y en viaje de retorno en lugar de mandarlo a su Lisboa natal le llevó a Italia, donde la vida y misión cambió radicalmente.                                                                                              La vida de San Antonio no puede pasar desapercibida, no sólo por ser el santo más querido en todo el mundo y al que la gente llega para pedir de todo lo imaginable, además de ser un santo “interesado” ya que si no hay limosna difícilmente vamos a encontrarnos que la petición llegue a su cumplimiento. Pero ese interés no se debe entender en el sentido egoísta nuestro, sino, el modo concreto, que se ve reflejado en el cepillo de san Antonio que tanto ayuda a personas necesitadas, que paga estudios, hipotecas y sacia el hambre a muchas familias que de otra forma en este tiempo de crisis lo pasaría mal.


Efectivamente, en Ceuta se están celebrando los 800 años de su presencia allí, como digo, su tarea tenía una misión bien concreta, la de convertir a la fe católica a los musulmanes que estaban en aquellas tierras. A fin de cuentas, su deseo no era otro que seguir las huellas de Ntro. Padre San Francisco que unos años antes había llegado a Tierra Santa con el mismo fin, la conversión al Amor, de todos aquellos que no lo conocen por medio del Amor.
Recordemos  que  la  motivación  original  de  San  Antonio  de  Padua  para  unirse  al  grupo  de  los  seguidores  de  Francisco  era  la  de  verse  coronado con la palma del martirio como  aquellos  hermanos  martirizados  en  Marruecos  cuyos  restos  había  contemplado  a  su  llegada  a  Coímbra.  La  espiritualidad  del  martirio  estaba  revestida  de  una  serie  de  aspectos importantes que encontramos  frecuentemente  en el pensamiento  franciscano.
            En todo este viaje hay tres realidades que no podemos olvidar y que son lo que en los tiempos que vivimos nos deben llevar a expresar lo que somos desde la coherencia y el testimonio sincero.

En primer lugar, es verdad que San Antonio marchó a tierra musulmana a convertir a aquellos que estaban lejos de Cristo pero desde el ejemplo de san Francisco, que no es otro que el del diálogo. Diálogo, que por otra parte, no puede llevarnos a relativizar lo que somos sino a ser capaces de descubrir en el otro como su vida de fe nos lleve a ver en nosotros los grandes regalos que Dios ha derramado en nuestro corazón a través de Cristo, como nos dijo Fr. Michael Perry ofm Ministro General. El diálogo es esencial, porque nos ayuda a escuchar, pero no un diálogo de un café, sino el diálogo que comparte la experiencia del encuentro con el Creador.
            Pero ese diálogo nos lleva a repensar, como nos decía el Fr. Francesco Patton ofm Custodio de Tierra Santa en la inauguración del curso del Instituto Teológico de Murcia OFM,  cual es nuestra tarea hoy en este diálogo, en primer lugar hacer descubrir al mundo musulmán una página de  su  historia  que  le  es  poco  conocida,  pero  ante  la  cual  queda estupefacto en el momento en que la conoce. Hoy es nuestra tarea volver a proponer esta capacidad de esperar  en  la  posibilidad  del  encuentro y del dialogo, y atrevernos  a  vivirlos  en  los  ámbitos  cotidianos de la vida. No importa si somos tomados por soñadores, idealistas e ingenuos.

            El segundo elemento que debemos ser capaces de cuidar, siempre acompañando a San Antonio y como no, siendo fiel a San Francisco, la necesidad de estar formado cuando se va a evangelizar. Tras la nefasta experiencia vivida con los primeros hermanos enviados a evangelizar Centroeuropa, en el Capítulo de las Esteras, reconoce que cuando vayan a evangelizar deben ir formados conociendo las culturas de las tierras que van a pisar y sobre todo ser capaces de comunicarse en la lengua de esas gentes.
            Esta realidad se hace presente de un modo particular en aquellos que quieran ir entre sarracenos, que no vayan con ánimo de litigar sino con el deseo cierto de establecer la paz de Cristo y sobre todo la fe en la Trinidad que defiende el diálogo y la convivencia y la pobreza que se expresa en  la  libertad. Y aquí entra nuestro san Antonio que tras la experiencia fallida de poder evangelizar en tierras de Marruecos llega a Italia donde se repone de la enfermedad y cambia su decisión por dedicarse al estudio y la formación, siendo considerado por el mismo san Francisco como su “maestro”. Esta necesidad de la formación se entiende en la Orden desde sus orígenes no como acaparador de títulos que ocupa los mejores puestos en las universidades con más prestigio, sino más bien como un instrumento que ayuda a comprender las culturas ya llevar el mensaje de Cristo a todas las gentes. Por ello la Orden siempre ha entendido la presencia en Tierra Santa y en los países de misión como una evangelización a partir del diálogo con las gentes y sus costumbres.
            San Antonio en su viaje que pasa por Ceuta, nunca olvidará su deseo de evangelizar infieles y por eso los estudios y los de sus hermanos los encauza en esta dirección de la evangelización. La misión y la formación van de la mano puesto que es una  misión  que  se  caracteriza  por  un  caminar  por  el  mundo,  entre la gente, mezclándose con el  pueblo,  anunciando  la  paz,  sin  litigar  por  motivo  alguno,  sometiéndose  a  toda  criatura,  trabajando  en  cualquier  trabajo  honesto (Test 20).

            Y el tercer elemento que no es tanto fruto de este viaje sino que va insertado en la vocación franciscana de San Antonio es la búsqueda de la justicia del más indefenso, la necesidad de luchar desde lo que somos para que el pan y la justicia lleguen al más desfavorecido.
            Por supuesto que el estudio de las leyes están presentes en el santo paduano pero no podemos considerarlo un jurista, sino un hombre justo. Definición que la da el pueblo de Israel a aquellos que sin ser judíos han dado su vida por ayudar al necesitado sea de la religión que sea. Por ello, la búsqueda de la justicia es una realidad en la teología del franciscano.
            Algo intrínseco al franciscano es el no poder permanecer indiferente al que necesita un mano que ayude en cualquier situación, ya económica ya espiritual. Por eso, el compartir lo poco que se tiene con el que aún tiene menos es una necesidad en los orígenes de la Orden.
            La solidaridad y el compartir buscando no sólo el cubrir las necesidades de un modo asistencial, sino sobre todo, desde la posibilidad de ayudar al que lo necesita que pueda librarse su propio camino y dejar de tener la necesidad de que sean los demás los que le den para vivir, lo cual es otra forma de esclavitud.
           
            En definitiva en este aniversario de los 800 años de la presencia de San Antonio de Padua en Ceuta debe servirnos a los franciscanos, y en este caso, a la familia franciscana a darnos cuenta de la necesidad de un diálogo con los no creyentes desde el testimonio que se forma en las raíces de la teología franciscana y lo conduce a la ayuda aportando el pan y la búsqueda de la justicia para los más necesitados de la sociedad.

jueves, 23 de abril de 2020

LA NULIDAD MATRIMONIAL. Mitos y realidades


Cuando uno se encuentra con un libro sobre nulidades matrimoniales o en torno a alguna cuestión procesal, al abrirlo ya va pensando que es un libro denso, difícil de leer y que deberé hacer un esfuerzo para “traducir” para los que no están habituados al derecho, dicha obra para que se puedan acercar a ella y poder entenderla.
Sin embargo, con este libro es casi al contrario, posiblemente yo me haré más complicado de entender que la buena pluma de la autora que ha hecho de algo complicado, fácil de entender.
Nos encontramos con una obra que, como bien indica desde el principio, tiene su base en unos apuntes de clase, lo cual hace que la sistematización de la obra sea clara, no se difumine en elementos oscuros o confusos sino que cada paso y explicación que da es una invitación a seguir adelante en el contenido de la misma.
La autora, conocedora de la temática por haber desempeñado las tareas de Defensora del vínculo en el Tribunal Eclesiástico Metropolitano de Madrid, y fundadora del centro de orientación familiar y personal Coincidir, nos hace un relato que puede ser usado para todos aquellos que sin grandes conocimientos de la materia colaboran o pueden hacerlo en los procesos matrimoniales, tal y como nos indica el Motu Proprio Mitis Iudex Dominus Iesus, cuando habla de la investigación previa y de los mismos operarios de los tribunales que en muchos casos no han estudiado derecho canónico y sí mucho eclesiástico.
La estructura del libro consta de dos partes y una serie de anexos bastante completos en el conjunto de la obra.
La primera parte, la autora nos habla del matrimonio, resaltando los elementos antropológicos, como se encuadra dentro de una unión basada en el amor, elemento que no puede ser judicializado, pero que ayuda a otros conceptos afines a él, a probar la validez o nulidad del matrimonio.
Como no puede ser de otra forma, la autora recupera los elementos que permiten a la Iglesia legislar sobre esta materia en relación a sus súbditos, pero sobre todo por la necesidad de regular las relaciones personales que son las que constituyen el matrimonio. Y todo ello se lleva a cabo desde el convencimiento de que la libertad es el fruto de la unión de la voluntad de los contrayentes, en definitiva es la libertad de las personas lo que constituye el matrimonio realizado desde la libre voluntad de las dos personas que dan su consentimiento, no un regalo ni una generosa dádiva ni del Estado ni de la Iglesia.
Tras ello, y de una manera concisa y clara la autora hace un repaso a los requisitos para que podamos hablar de la validez del matrimonio, tales como que sean personas hábiles jurídicamente, es decir que nada se lo prohíba; un matrimonio rato y consumado; que este presenta la sacramentalidad del mismo en la decisión de los contrayentes y lo que puede ser interesante, como decíamos anteriormente, a la hora de aclarar conceptos, el que nos hable y aclare la diferencia entre matrimonio nulo, separación y divorcio.
Una vez sentadas las bases antropológicas y sociológicas del matrimonio la autora entra en lo que será el preámbulo de la segunda parte, nos habla de dos preguntas que cualquiera que piense iniciar un proceso de declaración de nulidad matrimonial se hace: porque iniciarlo y sobre todo cual debe ser la actitud que las personas deben tener a la hora de acudir al tribunal para iniciar el proceso, por supuesto una de las recomendaciones que hace es que no se deje pasar mucho tiempo desde el momento de la ruptura, y que se acerquen desde la sinceridad y la verdad.
Y unido a cuál debe ser la actitud, viene muy bien que se explique que son los tribunales eclesiásticos y quienes lo forman, así como los plazos, los costos de un proceso e insistiendo en la necesidad de la presencia de jueces y miembros del tribunal suficientes para cumplir los plazos requeridos, lo cual no cabe duda que ayudaría a que todo el proceso sea mucho más ágil tal y como nos pide el Papa Francisco en el MIDI.
La segunda parte del libro lo dedica la autora a desgranar en que consiste un proceso de nulidad matrimonial, comienza por la demanda explicando quién la debe hacer, el contenido de la misma y señalando, como muy interesante, la figura del demandado y las diversas formas de actuar que puede tener en el proceso. Como digo, nada más que por esta parte de la obra es muy recomendable a los abogados que desean o que ya trabajan en nuestros tribunales, como un medio de formación muy útil.
Tras la demanda vendría la fórmula de dudas y la fase probatoria con la diversas pruebas que se pueden tener, ya sea la testifical o la pericial y el valor de cada una de ellas. Es curioso que se tenga en cuenta, conforme la Dignitas connubii que la declaración de las partes es muy importante, pero no se puede considerar absoluta en la conclusión del proceso. Podriamos decir que de todos es sabido, pero que se diga y con esta claridad ayuda bastante.
Y ya por fin llegamos a la sentencia donde tras dar una definición, se insiste en la necesidad de una sentencia bien fundamentada que ayude a evitar la impugnación de la misma. Es importante las palabras que dedica a la apelación y quién y cómo se puede hacer, así como al Tribunal al que se debe apelar.
Hace la autora una breve incursión en el proceso más breve ante el Obispo, donde lo más interesante es el ejemplo que pone el cual ayuda a clarificar notablemente que situaciones entrarían dentro de la posibilidad de desarrollar este modo nuevo de proceso.
Concluye el libro con cuatro anexos muy interesantes, uno dedicado a los impedimentos de los que mucho se habla pero conviene saber cuáles son y a que se refieren; otro anexo sobre los vicios del consentimiento; la importancia de la forma jurídica, diferenciando entre la forma ordinaria y la extraordinaria; y concluyendo con la convalidación del matrimonio y la importancia de saber en qué consiste la sanción en raíz.
En definitiva, nos encontramos con una obra muy útil para todos aquellos operarios de los tribunales, que desean tener claridad en las partes de un proceso; un libro muy necesario para aquellos, párrocos incluidos, que desde las parroquias inician, como dice el MIDI, la investigación previa para llegar al proceso, o simplemente para tener unos conceptos claros en aras de dar una respuesta que ayude ante la situación de los feligreses o de las personas que se acercan buscando un poco de luz en su situación vital y a las que se puede aconsejar el inicio de un proceso de nulidad matrimonial.

Álvarez de las Asturias, María, La nulidad matrimonial. Mitos y realidades, Ed. Digital Reasons, Madrid 2020, 240 pp.