Las Jornadas de Teología de este año versan sobre EL
CONCILIO VATICANO II, ya que celebramos el 50 aniversario de su inicio. El Instituto Teológico se apoya en las
palabras del discurso de apertura del Concilio, que hizo el Beato Juan XXIII,
donde señaló que la función de un Concilio no es únicamente la discusión
doctrinal, sino también que la doctrina inmutable y verdadera de la Iglesia se
presente según las exigencias de nuestro tiempo.
Esta
es la idea original que nos movió, desde el Centro, a organizar las Jornadas. No
se trata sólo de repensar un Concilio, sino recuperar la invitación a
transmitir la doctrina católica a la sociedad actual.
A
ello se ha unido la situación que la Iglesia está viviendo en la actualidad. El
papa Benedicto XVI ha renunciado por amor a la Iglesia, y precisamente para que
el mensaje del Evangelio no se detenga y continúe llegando al mundo. La Iglesia
también celebra un Cónclave donde se elegirá un nuevo Papa, que será, sin duda,
el que necesitemos para que la fe cristiana dialogue con las culturas actuales
y la doctrina sirva para mejor evangelizar a la humanidad.
Se
necesita ver lo que el Concilio nos aporta en el iniciado siglo XXI, en un
mundo siempre cambiante, al que la Iglesia debe dar respuesta sin quedarse
anclada en cuestiones pasadas, siempre teniendo en cuenta los cambios
significativos de la sociedad. Con todo la Iglesia no debe perder su identidad
como Pueblo de Dios.
El Concilio Vaticano II nos conduce a la necesidad de
superar los miedos a entrar en diálogo con las ciencias humanas; la fe y la
razón no son realidades opuestas, al contrario, son realidades que se necesitan
y que deben caminar unidas. El Instituto Teológico desea dialogar con las
ciencias humanas sin perder la fidelidad a la doctrina cierta. Mantenemos,
pues, el diálogo respetuoso con el ambiente universitario civil y las ciencias
que cobija que están relacionadas con la teología cristiana. La nueva
evangelización necesita de esos areópagos donde hacer presente la teología
católica, y el ITM, en sus más de 40 años de existencia, siempre ha tratado de
cuidar ese diálogo y esa presencia sin distorsionar el mensaje cristiano.
Nos
gustaría que estas Jornadas, en palabras del hasta hace poco Papa Benedicto
XVI, nos hiciesen retomar la importancia del Concilio Vaticano II para que,
desde la reflexión teológica, lo sintamos como un momento de gracia en la
comunidad cristiana y que nos dé la fuerza suficiente para la renovación de la
Iglesia.
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