Hoy Viernes Santo. Día donde el sufrimiento sin sentido, la humillación, el dolor, la soledad, el abandono se muestra en su más cruda realidad. Donde los cristianos lloramos por el Hijo de Dios que muere por nosotros, elevo una oración por todos aquellos cristianos que sufren en Tierra Santa.
Os recuerdo que Tierra Santa no sólo es Jerusalén, o Galilea ni siquiera Belén donde los cristianos árabes sobreviven gracias a las peregrinaciones, me refiero en este día a los cristianos de Egipto, a los que la “primavera árabe” les ha traído dolor, muerte y persecución, donde el brillo de la primavera se ha convertido en el frio invierno del desprecio.
Pienso en este día en los cristianos Sirios, que sufren la tortura de una guerra sin declarar, entre las gentes de su misma nación, donde sufren las bombas de todos los bandos, de unos por el olvido, de otros por el deseo de echarlos de su tierra e implantar su ideología medieval.
Pido en estos días por los cristianos de Irak que no pueden celebrar su fe públicamente sin miedo a que cuando celebren este día de Viernes Santo una bomba mate a sus hermanos, hijos, padres.
En este día en el que recordamos a Tierra Santa recordar también a todos nuestros hermanos cristianos que sufren la cruz, el desprecio de sus vecinos. Pero con la grandeza de que ellos no esperan una nueva primavera, ellos saben y tienen la certeza de la Resurrección, del mayor signo de amor que estos días repletos de tinieblas se anhela desde la esperanza cristiana.
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