Estas letras quieren ser un homenaje al profesor y hermano franciscano “culpable” de que yo me encontrará con el Derecho Canónico y decidiera estudiarlo.
El pasado viernes el Señor lo llamó junto a él, y el domingo lo despediremos con una eucaristía que él siempre celebró conocedor de la grandeza de Dios Padre y los dones que le había entregado en su vida.
El P. Pedro, siempre decía que estudió derecho canónico de rebote, el iba para otros lares, pero la necesidad de la Provincia le llevaron o le mandaron, recién ordenado a Roma al Antonianum a estudiar la licenciatura, allí fue compañero de grandes profesores de Derecho canónico franciscanos como el P. Antonio García, que siempre lo recordaba como una mente privilegiada para esta ciencia, pero él no quiso seguir en Roma y decidió volver a la Provincia a cumplir aquello para lo que se la había mandado que no era otra cosa que enseñar derecho a todos los frailes de la Provincia y de otras vecinas como las de Valencia, Castilla, no en vano ha sido profesor de esta materia desde los 27 años hasta los 83, porque este año en el que estamos se despedía del Instituto Teológico de Murcia OFM impartiendo la materia de Derecho Fundamental.
Junto con la docencia del derecho, el P. Pedro llevó a cabo la práctica del mismo siendo juez diocesano durante casi 30 años en el Tribunal diocesano de Cartagena, mimaba las sentencias y siempre desde la imperiosa búsqueda de la verdad aplicaba la legislación conocedor de que la salvación de las almas es la ley suprema de la Iglesia, no cabe duda que la impronta franciscana estaba presente.
Unido al derecho su gran desvelo fue la vida religiosa femenina para la cual no dudó en publicar libros, en dar cursos, fomentar la presencia misionera de estas nuevas congregaciones en aquellos países donde la Provincia franciscana de Cartagena ya estaba presente. Ayudó en la elaboración de la legislación particular de muchas congregaciones y en la vida contemplativa fomentando y animando a la creación de las Federaciones como símbolo de colaboración en la formación y el cuidado del carisma.
En definitiva una vida entregada a Cristo en la vocación franciscana y el derecho canónico, sirviendo y ayudando allí donde se le pidió.
Descanse en paz un buen profesor y sobre todo hermano franciscano.
En definitiva una vida entregada a Cristo en la vocación franciscana y el derecho canónico, sirviendo y ayudando allí donde se le pidió.
Descanse en paz un buen profesor y sobre todo hermano franciscano.
Que en gloria esté el P. Pedro y que tu nos sigas comunicándo lo que aprendiste de él. Muy bien por este testimonio homenaje Un fuerte abrazo y buen mes de julio. Josep
ResponderEliminar