viernes, 2 de abril de 2010

Viernes de Pasión en la Iglesia


Si a lo largo del año los católicos nos encontramos con un día negro, triste lleno de sin sentido, no cabe duda que estamos en Viernes Santo. Todo en este día nos invita al silencio, a la contemplación a preguntarnos como se ha podido llegar a este momento tan negro en la vida eclesial, a desear estar debajo de la lápida y no atrevernos ni a sacar la cabeza.
Sin embargo, como cristianos que somos no podemos permitirnos agachar la cabeza y no mirar al frente. La Iglesia no cabe duda necesita este tiempo de purificación y penitencia para reafirmarse en medio del mundo y recordar que Cristo muere en la cruz, no por deseo de sufrir sino para mostrar el Amor misericordioso del Padre.
Un Amor con mayúsculas que la Iglesia ha mostrado, muestra, y mostrará gracias a la tarea ingente de muchas religiosas, religiosos, sacerdotes, y fieles cristianos que en sus familias viven desde la confianza en Jesús, y no dudan en entregar su tiempo para que muchos, que de otra forma estarían abandonados, se sientan acompañados en su dolor en su sufrimiento.
No hay derecho que a toda la Iglesia se la condene, por el pecado y la traición de unos cuantos, muy pocos, pero acaso hubo derecho a la condena que se le dio a Cristo a morir en la cruz. También fueron contra Él, no improvisando, sino con una campaña muy bien organizada como sucede ahora, y también a él lo entregaron y negaron algunos de los suyos, como ha pasado ahora.
Pero en Él los cristianos debemos fijarnos en estos días, y a la par pensar en su resurrección, resurrección que para muchos de Haití y Chile les está llegando gracias a los proyectos de restauración y nuevas viviendas que está afrontando la Iglesia desde diversas instituciones al margen de las entidades “oficiales” que están resultando excesivamente lentas a la hora de alcanzar resultados efectivos.
Quizás algunos tratan de aprovecharse y piensen que Viernes Santo va a ser todo el año y busquen hacer una Ley de Libertad Religiosa, que sea de todo menos igualitaria y que a la primera que pretenda acallar sea a la misma Iglesia, pensando que ahora está de penitencia y no va a decir nada, pero se equivocan, que nadie dude que los católicos ante la adversidad, la negación, la traición se responde con la fe, la confianza, el crecerse en la adversidad.
Tras un tiempo de purificación y penitencia, necesario para la Iglesia y quienes la formamos, Ella tornará a anunciar con convicción el mensaje liberador y salvador de Cristo, de tal manera que vuelva a brillar el Domingo de Resurrección llenando de sentido y plenitud, todo aquello que el dolor y la inmundicia ha oscurecido en estos días al tratar de cambiar el verdadero sentido del Amor de Dios. Si la Iglesia quiere, si los cristianos queremos la Luz Pascual volverá a iluminar el camino.

Publicado en Religión Digital (2-IV-2010)

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