Un nuevo año, el Papa inaugura el año judicial con el tan esperado discurso a la Rota Romana. No cabe duda que dicho discurso no tiene caracter legislativo, pero siempre estos discursos marcan pautas por las que los tribunales eclesiásticos deben avanzar.
Este año, la polémica viene dada cuando los medios de comunicación pretenden decir que el Papa pide renunciar a la psicología en las causas matrimoniales, para evitar de este modo, que se puedan declarar nulos muchos de los matrimonios que hoy en día son declarados en los Tribunales.
Cualquiera que tenga unos conocimientos mínimos de derecho canónico sabe que en ningún caso la enfermedad psicológica es causa de nulidad. No por tener una enfermedad esa persona ya es incapaz de contraer matrimonio, lo que hace que un matrimonio no sea válido desde su inicio es como esa enfermedad psíquica afecta a la persona que la sufre, pues hay personas que con la misma enfermedad sí pueden llevar adelante una vida conyugal plena.
Pero retornando a las palabras de Su Santidad, lo que él nos viene a recordar es que Es necesario ante todo redescubrir la capacidad que toda persona humana tiene de casarse en virtud de su misma naturaleza de hombre o de mujer. Si hacemos caso a determinadas corrientes psicológicas corremos de hecho el riesgo de caer en un pesimismo antropológico que, a la luz de la situación cultural actual, considera casi imposible casarse.
Estas palabras no tienen nada que ver con no servirse los tribunales de los peritos psícologos y psiquiatras para dilucidar la capacidad mínima necesaria de la persona para poder contraer y hacer realidad una vida conyugal plena de vida y amor.
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