miércoles, 24 de junio de 2009

Finis Coronat Opus



Nuestro Capítulo general ha llegado a su fin. En sentido inverso, desde este momento, cada uno de los hermanos toma el camino de vuelta a su lugar y fraternidad. En sentido profundo, no nos vamos igual que vinimos. Una honda experiencia de fraternidad nos devuelve a nuestra casa con la conciencia un poco más firme de ser anunciadores de la Palabra de Dios al universo mundo. Las fronteras geográficas que vamos a cruzar en nuestro retorno son signo de las otras fronteras que nos sentimos llamados a evangelizar, muchas de ellas imprecisas y difíciles de delimitar, otras muy concretas y que son fuentes de discriminación, segregación y violencia. Evangelizar implica tratar de hacer porosos nuestros límites para permitir el flujo de la intercomunión y la intercomunicación.


En la diversidad que nos caracteriza hemos reconocido la feliz noticia de un Dios siempre fecundo. Nuestra fraterna diversidad es para nosotros un paradigma del objetivo de nuestra misión: hacer de toda criatura un don de fraternidad y para la fraternidad. Que nuestra sociedad actual reconozca en la figura de san Francisco, el poverello de Asís, al hermano universal, se convierte para nosotros en un desafío y un compromiso de profunda renovación para ser fieles a la gracia de los orígenes y así ofrecer la propuesta de un mundo hermanado en las ricas y sanas diferencias.


Bajo la maternal mirada de nuestra Señora Santa María de los Ángeles, dejamos este querido lugar de la Porciúncula para retornar a nuestros claustros del globalizado mundo, portadores del don del Evangelio.



Fr. Saturnino Vida Abellán, ofm

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